La rentabilidad de las empresas
familiares
Numerosos
estudios académicos han analizado la rentabilidad de las empresas familiares.
Anderson y Reeb publicaron el más conocido de ellos en 2003 en el Journal of
Finance, y demuestra que, durante el
periodo comprendido entre 1992 y 1999, las empresas en manos de familias
americanas que cotizaban en bolsa superaron ampliamente la rentabilidad de las
empresas no familiares. En términos de rentabilidad sobre el capital,
observaron que las empresas familiares superan en un 6,5% a las empresas no
familiares del S&P 500. En Europa occidental, estudios sobre distintos
periodos han llegado a conclusiones similares. Nuestro propio análisis en 2012
de las empresas familiares en Europa, también confirma esas observaciones.
Incluso
si se descartan las sociedades financieras, que raramente se encuentran en
manos familiares y cuya rentabilidad ha sido inferior durante el periodo
estudiado, el superávit de rentabilidad de las empresas familiares alcanza el
50% a 10 años. Un análisis a nivel sectorial demuestra que el superávit de
rentabilidad persiste y si se dejan a un lado las mega caps, entre las que, por
lo general, no hay empresas familiares, no se observa ninguna diferencia
significativa en función del tamaño de la empresa. Esta mayor rentabilidad ha
inducido un incremento sensible de la ponderación de las empresas familiares en
el índice bursátil europeo a lo largo de los años.
En un mundo preocupado sobre todo por los resultados inmediatos, las
empresas familiares tienen la ventaja al basar su acción en una visión a largo
plazo. Por su propia naturaleza, las
empresas familiares adoptan un enfoque patrimonial, que garantiza la alineación
de los intereses de la empresa con los de sus accionistas. Esta concordancia
permite plantearse inversiones a más largo plazo, aunque puedan tener un
impacto negativo en la rentabilidad a corto. Esta visión es posible gracias a
la estabilidad del accionariado y del equipo directivo. Esta orientación al
futuro también permite desarrollar una marca fuerte, clave del éxito futuro.
Otra de
las características interesantes de las empresas familiares reside en la mayor
solidez de su balance. El punto de vista de una familia
es muy distinto del de un accionista externo, que pretende ante todo
maximizar sus beneficios, y de ese modo hacer subir la cotización de la acción
en bolsa. Una empresa familiar será menos dependiente de los movimientos de los
mercados bursátiles, y podrá emprender gastos en infraestructuras y de
investigación y desarrollo más importantes y anticíclicos.
En cuanto
a los riesgos, el más obvio es el de la dependencia de
la empresa de su fundador o su consejero delegado. No es infrecuente que
una empresa floreciente a primera vista no sobreviva a la desaparición de su
fundador. Por lo tanto, es fundamental hacer una planificación adecuada de la
sucesión. Otro aspecto de este riesgo reside en el poder absoluto del directivo
fundador. Y es que muchas veces, una empresa de éxito está estrechamente
vinculada a su fundador, que concentra todos los poderes y buena parte de los conocimientos
específicos. Por lo tanto, puede tender a sobrevalorar sus propias capacidades,
y tomar decisiones demasiado agresivas llevando a la empresa a la ruina,
simplemente porque tiene el poder y nadie se lo puede quitar. Para un
accionista ajeno a la familia, es imprescindible prestar atención al gobierno
empresarial. Hay que asegurarse de que se preserven debidamente los intereses
de los pequeños accionistas, sobre todo en las operaciones de capital.
Asimismo,
debido a la estructura del capital, las
empresas en manos familiares son menos propensas a convertirse en objeto de
operaciones de compra hostiles. No obstante, aunque este aspecto puede
resultar beneficioso en ciertos casos, también puede impedir ganancias
bursátiles notables. En cuanto a la cuestión de la generación a la que
pertenecen los propietarios familiares, una empresa cuyo fundador también es el
propietario y el directivo no tiene las mismas características que una empresa
en manos familiares desde hace generaciones.
Aunque la
concentración del poder de la propiedad y de la gestión en unas mismas manos
puede desembocar en una gestión más agresiva, aun así esas empresas son las que
mejores resultados cosechan. En este caso nos encontramos en la situación del
dictador ilustrado, pues el poder de decisión está en manos de quien mejor
conoce su producto y su mercado. Un dirigente así puede correr ciertos riesgos,
pero a menudo lo hace con conocimiento de causa y de manera oportuna. Las
mayores rentabilidades a menudo provienen de una intuición, que habría sido
difícil hacer aprobar a un comité o a un focus group de consumidores. Una cita
famosa atribuida a Henry Ford resume bien esta realidad: "Si hubiera
preguntado a mis clientes qué querían antes de fabricar mi coche, me habrían contestado
'caballos más rápidos'".
Eric
Bendahan, Gestor del fondo Oyster European Opportunities.
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