jueves, junio 26, 2014

Carta 59 / Gracias!

Carta 59:
¡No lo merezco… gracias!
Cumplí 59 años.
Podría afirmar que me he ganado el cariño de mis amigos y hermanos, de mi esposa e hijos, pero no. No me lo he ganado, me lo dan de gratis. Y doy gracias.
Podría indicar que en base al trabajo tesonero dispongo de lo que necesito para vivir y, junto a Ysabel, mi esposa, suplimos a nuestra familia. Pero no. Es cierto que trabajamos con afán, pero Dios nos abre puertas, provee…
Podría creer que al esforzarme por vivir en obediencia a Dios él me privilegia, pero no. Me privilegia porque quiere, porque si, por su Gracia…independientemente de lo que haga, soy su hijo.
Por eso…
Gracias, especialmente, a ti Jesús, que me sacaste de la amargura y me diste una nueva dirección a mis cuarenta, hoy un poquito distantes. Vivo para ti y es de mucho gozo para mi compartir contigo, caminar contigo, trabajar contigo… Y que me consideres ciudadano del Reino.
Gracias a mis padres (él, ya fallecido), por su ejemplo, tanto en los valores familiares como en esa incondicional rectitud y apego a la justicia social que exhibían los Tejada y que costó a varios de ellos estar en las cárceles de Trujillo. Mi madre, a sus ochenta y cuatro años, sigue siendo un ejemplo en muchos aspectos para mi vida.
Gracias a mi esposa, Ana Ysabel. Al iniciar nuestra relación hace unos catorce años, alguien le preguntó qué veía en mí. Y ella contestó: “potencial”. Gracias, Ysa, por confiar, pero sobre todo por amarme. Por caminar junto a mí en los senderos de la fe. Por brindar cariño a borbotones a mis hijos, por tu generosidad, tu pasión, tu entrega… gracias!
Gracias a mis hijos, Carlos, Juan, Luis, Laura… cada día recibo de su amor, cada día me permiten estar un poquito en sus vidas, compartir sus logros, sus ansiedades, sus etapas, tan distintos entre si, que son un verdadero tesoro inapreciable…
Gracias a los amigos, a quienes les debo, como dice Alberto Cortes, la ternura, el apretón de manos, el abrazo. Ojalá pueda ser recíproco con ustedes, lo intento y siempre lo intentaré.

A mis amigos…

A mis amigos les adeudo la ternura 
y las palabras de aliento y el abrazo; 
el compartir con todos ellos la factura 
que nos presenta la vida, paso a paso. 

A mis amigos les adeudo la paciencia 
de tolerarme las espinas más agudas; 
los arrebatos de humor, la negligencia, 
las vanidades, los temores y las dudas. 

Un barco frágil de papel, 
parece a veces la amistad 
pero jamás puede con él 
la más violenta tempestad 
porque ese barco de papel, 
tiene aferrado a su timón 
por capitán y timonel: 
un corazón. 

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