Voluntariado, alma de la acción social.
Por Addys
Then Marte
Directora Ejecutiva de Alianza ONG
La búsqueda de una ciudadanía más activa, más
involucrada en la promoción del desarrollo, menos ajena a las decisiones
públicas, nos remite a modalidades de
participación.
En el país se ha avanzado en el reconocimiento de
la participación pública, teniendo como uno de sus ejemplos más notables al
Consejo Económico y Social, que es un instrumento para asegurar la
participación y el diálogo entre instancias del Gobierno y trabajadores, empleadores y organizaciones
sociales, establecido en la Constitución de la República Dominicana. También se
reconoce a través de una de una diversidad de consejos, comisiones, que abordan
la participación desde la esfera de lo sectorial o lo territorial como los consejos
provinciales y municipales. Sumemos a esto las comisiones de veeduría
establecidas por el Presidente Medina a
través del Ministerio de la Presidencia.
La participación de la ciudanía también se
evidencia en jóvenes y adultos que desde la bandera de la solidaridad y el
compromiso, dedican de manera desinteresada horas de trabajo a proyectos y
acciones en favor de su comunidad o de segmentos poblacionales que requieren su
apoyo. Este tipo de participación, que por lo general sucede a través de
organizaciones de la sociedad civil, sustenta
el concepto de voluntariado.
Es precisamente al voluntariado como forma de
participación ciudadana a la que queremos referirnos, con motivo de la declaración
del 5 de diciembre como Día Nacional del Voluntariado.
El voluntariado se expresa, principalmente, a
través de las organizaciones de la sociedad civil. Esto sin dejar de reconocer que en el país contamos
con programas gubernamentales, especialmente del área social, que han recurrido
al voluntariado. Un buen ejemplo de esto
lo es el Programa Progresando con Solidaridad (PROSOLI) que moviliza unos
15,000 voluntarios, así como el programa de Alfabetización Quisqueya Aprende
Contigo que supera los 50,000 mil.
El servicio voluntario, como forma de
participación, está en el centro de las organizaciones de sociedad civil,
además de ser una fuerza inspiradora hace posible que los beneficios de los
programas que ejecutan las ONG lleguen a
mayor número de personas y comunidades. Su práctica favorece la promoción de
causas y la defensa de derechos, la
disposición de conocimiento en diferentes áreas a los que pueden acceder
pobladores y organizaciones, así como la posibilidad de acciones que tengan
consistencia en el tiempo.
Los efectos de esa práctica solidaria en las
organizaciones pueden verse en distintas dimensiones. Por ejemplo en lo económico, el ¨Estudio
exploratorio sobre el aporte y características del voluntariado a la sociedad
dominicana”, destaca como el trabajo
que llevan a cabo los voluntarios a través de 32 ONG se puede valorizar en unos 504 millones de
pesos al año.
También como proporción de los recursos
humanos. Los ejercicios de rendición de
cuenta 30 ONGs nos revelan que los voluntarios representan, en promedio, el
cuarenta por ciento (40%) del personal de las asociaciones sin fines de lucro.
Las motivaciones para practicar el voluntariado
están asociadas al deseo de hacer el bien, de ayudar a los demás. La condición socioeconómica del voluntario no
condiciona esta práctica, por esto no debe sorprendernos que de acuerdo al Barómetro
de las Américas 2012, República Dominicana cuente con un nivel relativamente
alto de participación comunitaria ubicándose entre los primeros seis en la
región.
La práctica del
voluntariado favorece la cohesión social, el desarrollo de capacidades en
nuestra juventud, así como la vinculación activa de la ciudadanía en las
decisiones y en la gestión de lo público.
Es por esto que consideramos que tanto el gobierno como las
organizaciones de la sociedad civil tenemos el desafío ampliar nuestros
esfuerzos para promoverlo con una mayor visión de desarrollo sostenible. Con la
práctica del voluntariado gana el ciudadano y gana la sociedad.
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