Envejecimiento,
generatividad y servicio voluntario
Milton Tejada C.
Nuestra cultura tiende a ver el envejecer en una perspectiva que se
centra en pérdidas. Por lo tanto, en el mejor de los casos, se enfoca en
prevenir o remediar las pérdidas que comprometen la salud, el bienestar o la
autonomía de las personas mayores. Se preocupa por el impacto en lo laboral y
en la generación de ingresos y las consecuencias sobre el sistema de protección
social. En esta visión, la vejez implica una retirada de los vínculos sociales
significativos. Para otros, llegando al extremo de lo negativo: las personas
mayores son una carga que, en una sociedad carente de instituciones sólidas de
protección social, no se sabe qué hacer con ellas.
Esto rasca un modo que no siempre es efectivo para la satisfacción con
la vida de las personas mayores, que no es suficiente para un “envejecer con
éxito” al que todos debiéramos aspirar.
Cambiemos la perspectiva. Necesitamos dar un giro a esta visión. En ese
sentido, al preparar mi propuesta para trabajo final de maestría (TFM) en Psicología
del Desarrollo Humano, me he preguntado qué enfoque positivo es posible en la
realidad de República Dominicana. Mi respuesta, por ahora, es: generatividad y
servicio voluntario.
Enfoques del buen
envejecer
En un artículo de Feliciano Villar[1], de la
Universidad de Barcelona, el autor nos explica el uso de diferentes conceptos:
envejecimiento activo, envejecimiento competente, envejecimiento con éxito o
envejecimiento productivo.
El envejecimiento activo es
un concepto utilizado por la ONU que busca una visión positiva de la vejez y
motivar políticas sociales que la fomenten. Según la ONU es “el proceso de optimizar las oportunidades
de salud, participación y seguridad para promover la calidad de vida medida que se envejece”. Se espera que
este cambio de roles promueve la satisfacción y el bienestar en esta etapa de
la vida. Sin embargo, este concepto obvia dimensiones psicosociales importantes
y, en el fondo, sigue esta población siendo tratada como “objeto”.
Otro concepto es el de envejecimiento
con éxito, con dos visiones, una que yo considero estática y la otra que
considero dinámica. En la estática se trata de lograr ciertos criterios ideales
en las últimas décadas de la vida, mientras que en el dinámico se busca poner
en marcha procesos que faciliten la adaptación de la persona a unas condiciones
cambiantes –incluyendo las suyas- a la medida que pasan los años. Esto
reivindica lo psicosocial y es un avance sobre el criterio anterior.
Como criterio estático, Villar cita a Rowe y Kahn (1998) estableciendo
tres criterios: una baja probabilidad de padecer enfermedades discapacitantes,
una capacidad funcional alta desde el punto de vista físico y cognitivo y una implicación
activa con la vida. Evidentemente, la debilidad de este enfoque es que sería
una minoría la que alcanza estos estándares del buen vivir y la que lo sostiene
a lo largo de sus últimos años.
En cambio, como criterio dinámico se trata de alcanzar estados
deseados, definidos subjetivamente y dependiendo de condiciones concretas del
contexto. En este sentido, envejecer con
éxito sería equivalente a sacar el máximo partido de los recursos de los que se
dispone en cada momento, pero sin especificar niveles o estados universales que
alcanzar. Supera la visión anterior, pero se le critica como limitación que
no expresa cuál es la dirección de esas adaptaciones evolutivas, es por lo
tanto una perspectiva demasiado general, que requiere de otros conceptos que
ayuden a dar contenido y dirección al cambio evolutivo. Es decir, adaptarse no
basta.
Diversos autores, nos expresa Villar, han considerado que “una de las
claves de envejecer bien está en la integración y participación de la persona
en entornos sociales, consiguiendo meta ya no estrictamente individuales, sino
centradas en la mejora de la comunidad, en la creación de una riqueza que es
también colectiva”. Esta dimensión social de buen envejecer se sintetiza en el envejecimiento productivo que pretende
reconocer y hacer visibles las aportaciones de los mayores a la sociedad. Un “hacer
algo útil”. Es una perspectiva muy amada de muchos porque permite cuantificar,
medir, establecer comparaciones. Además, para las políticas sociales le es más
fácil examinar los factores y las estructuras que pueden facilitar o no la
integración y participación del envejeciente en este tipo de actividades.
Su crítica: una visión excesivamente economicista del buen envejecer.
Obvia lo que estas actividades productivas significan para el bienestar de las
personas. Es decir, como lo productivo es la prioridad, no siempre se toma en
cuenta si eso productivo genera satisfacción con la vida. No hay un enlace
claro entre lo social y lo individual.
La generatividad y
el servicio voluntario
Concepto utilizado por Erik Erikson. Sin embargo, ha sido enriquecido e
incluso puede decirse que redefinido en algunos de sus parámetros principales,
como es el de la continuidad del ciclo generativo desde la mediana edad hasta
la vejez. Se define como el interés por
guiar y asegurar el bienestar de las siguientes generaciones y, en último
término, por dejar un legado que nos sobreviva. Asume así elementos del
envejecer activo o productivo con elementos del bienestar, de la autorrealización.
La generatividad puede expresarse a partir de actividades como la
crianza de los hijos, el cuidado a otras personas (por ejemplo, los nietos), la
formación de jóvenes, la transferencia de conocimientos, la producción de
bienes y servicios, la mentorizacion o el
compromiso social y la participación cívica y política. Significa
contribuir al bien común de los entornos en los que las personas participan
(familia, empresas, comunidades, etc).
Para estas breves palabras, interesa la generatividad “comunitaria” que
implica nutrir y cuidar a otros, establecer vínculos entre el yo y las otras
personas. Se presenta así la generatividad como un conjunto de intereses,
objetivos y actividades de relevancia para las personas mayores que llenan de
contenido y orientación este proceso vital. “El buen envejecer supondría
aplicar de manera eficiente las amplias capacidades que se conservan en la
vejez para conseguir metas con sentido
como las que propone la generatividad”, nos señala Villar.
En este sentido, considero clave
valorar el servicio voluntario como un espacio en donde es posible articular el
desarrollo social y comunitario con el desarrollo individual, en los
envejecientes.
Esta es una propuesta que puede interesar a las Asociaciones sin Fines
de Lucro en República Dominicana. Se requiere, en muchos casos, potenciar la
generatividad vía el compromiso voluntario con una causa por la vía individual,
capacitando a las personas, a partir de procesos educativos, para que puedan
desempeñar sus nuevos roles sociales y, en segundo lugar, se requeriría que las
ONGs fuesen capaces de modificar algunos de sus contextos de participación para
abrirlos a las contribuciones de los mayores y favorecer que puedan implicarse
en estas instituciones.
Es un cambio cultural que nos aleja de los estereotipos negativos, e
implica también un cambio político –y de políticas sociales- (aunque por el
momento me enfocaría más en lo micro-político, es decir, lo que se puede hacer
desde dentro de las organizaciones).
Llegado a este punto, leo un “Catálogo de oportunidades de voluntariado
en organizaciones de la sociedad civil de República Dominicana”, un primer y
tímido esfuerzo de Alianza ONG con el apoyo de la Unión Europea y Gente como Tú.
La autora, Maritza Pérez Domínguez, define el servicio voluntario como “el
conjunto de actividades de bien común o interés general coordinadas por
personas físicas o morales, pública o privadas, como expresión del espíritu
altruista y la participación solidaria, realizadas sin recibir beneficios
económicos, remuneración ni cualquier otra forma de contraprestación”.
En la información recopilada se presentan “oportunidades de
voluntariado” en 60 organizaciones de la sociedad civil dominicana, en áreas
tales como servicio a la juventud, educación, salud, cuidado de envejecientes,
desarrollo comunitario, medio ambiente y reducción del riesgo de desastres,
multidisciplinarias, niñez, cultura de la paz.
Brevemente se hace una descripción del perfil de esas 60 organizaciones
y de los proyectos que precisan voluntarios.
El desafío para estos proyectos, con relación al tema que nos ocupa, es
cómo favorecer el voluntariado de personas mayores, de modo que sean una
contribución al quehacer institucional, un aporte a la sociedad, pero también
generen satisfacción individual. Hacer esto significa que estas organizaciones
estarán impulsando micro-cambios en las políticas del buen envejecer.
[1] .
Villar, Feliciano: Hacerse bien haciendo el bien: la contribución de la
generatividad al estudio del buen envejecer, Información Psicológica No. 104,
Julio-Diciembre, 2012. Pp. 35-56.
2 comentarios:
Muchas Gracias por su importante aporte a la discusión eterna sobre el buen Envejecer.
Estimado Milton Tejada.
Cuanto me alegra que hayas planteado este tema y pensar en el servicio voluntario, un poco idealizando lo que debe ser e implica acercarnos al envejecimiento, que de hecho nuestra sociedad adquiere un ritmo indetenible rumbo hacia el envejecimiento, a la luz de hoy alrededor de 10 de cada 100 dominicano tiene más de 60 años de edad.
Le llamo ideal a tu reflexión porque el voluntariado implica gratificación y esta a su vez implica satisfacción personal (agrado, voluntad, compromiso, gratitud emocional, etc.) y si es relativo al envejecimiento, estas condiciones cobran aun mayor relevancia porque están asociadas al estilo o ritmo de vida acumulado y de reducción inevitable del periodo vital.
Viendo ese panorama global, amigo Milton Tejada, te invito a investigar la realidad del envejecimiento en República Dominica:
Revisa la situación actual; como vive la mayoría de las personas adultas mayores en el país, solo trata de dar respuesta a los indicadores claves identificados por Naciones Unidas para el índice global de envejecimiento:
1. Seguridad de ingreso. Contar con un ingreso estable y digno (pensión o jubilación) en la vejez es importante para sostener la calidad de vida y el bienestar de las personas adultas mayores.
2. Estado de salud. El mantener la salud en la vejez no sólo tiene impacto directo sobre el bienestar de cada persona, sino que también mejora su capacidad para lograr otros aspectos del bienestar integral.
3. Competencias: Empleo y educación. El empleo y la educación sobresalen como características posibilitadoras importantes para las personas mayores, ya que mejoran su capacidad de resiliencia, para hacer frente a situaciones críticas dentro de las sociedades en las que viven las personas mayores.
4. Entornos favorables. Los elementos críticos de los entornos favorables que se han elegido son conexiones sociales, seguridad física, libertad de elección y acceso a buen transporte, ya que estos aspectos fueron identificados como importantes por las mismas personas mayores.
Identificada esa situación general debemos entonces evaluar el marco legal; leyes, decretos, acuerdos, políticas públicas del país asociadas al envejecimiento.
En tercer lugar debes evaluar el marco institucional estatal. Para solo citarte un ejemplo tenemos un Consejo Nacional de Personas Envejecientes (CONAPE) creado por la ley 352-98 y solo con una deducción lógica, en virtud de la democracia y los criterios de participación, su actual Directora tiene en el puesto 11 años, desde que se creó, en el año 2005.
Entonces queda como tarea pendiente, validad tu afirmación o percepción, que de hecho comparto, en el sentido de que “considero clave valorar el servicio voluntario como un espacio en donde es posible articular el desarrollo social y comunitario con el desarrollo individual, en los envejecientes”.
Bolívar Terrero
Comunicador y Gerontologo Social.
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