Envejecientes, actividades sociales y
bienestar personal
Milton Tejada C.
Carmona-Valdés, Sandra Enma; Ribeiro-Ferreira, Manuel.
Actividades sociales y bienestar personal
en el envejecimiento. Papeles de Población, Vol 16 No. 65,
Julio-Septiembre, 2010. Universidad Autónoma de México. Pp. 163-185 / Para mis fines: Doc01
Síntesis y comentarios:
En la lectura
previa a la elaboración de nuestro TFM (para la Universidad de Valencia), me
interesó este artículo. Al final, el propósito de mi labor investigativa es
establecer pautas que contribuyan a que la población envejeciente pueda gozar
de mayor bienestar personal o satisfacción con la vida.
Carmona-Valdés et
al (2010) indican que las actividades sociales y el nivel socioeducativo
contribuyen positivamente al bienestar personal en las personas adultas.
Interesa, en el caso del estudio que presentan, establecer sobre todo la
relación entre actividades sociales y bienestar y se considera que esta
asociación, si es positiva, es más predictiva que la edad, el sexo, vivir en
pareja, escolaridad y estrato socio-económico. Es decir, “actividades sociales”
tiene un mayor valor que las variables señaladas para predecir el bienestar
personal de un envejeciente.
Citando diversos
estudios, estos autores sostienen que las actividades sociales realizadas por
el envejeciente, contribuye a:
- Una mejor salud física y mental.
- Mejor funcionamiento cognitivo y disminuye el riesgo de demencia.
- Promueve hábitos de vida saludables y son fuentes de motivación para seguir viviendo. “En este sentido, las actividades sociales no sólo proveen beneficios físicos (en el sistema inmune, reacción cardiovascular, capacidad cardiopulmonar) y psicológicas (sentido de pertenencia, autoestima elevada, propósitos en la vida), sino también promueven condiciones saludables (dejar de fumar, dieta adecuada, ejercicio), lo cual eleva el bienestar de los individuos (Jonget et al, 2004)”.
- Menos morbosidad. Carmona-Valdes et al (2010) indica que “el ocio y las actividades productivas, que a menudo se realizan dentro del cntexto de las relaciones sociales, pueden proporcionar ventajas al incrementar la salud” (p. 164).
- Disminuye el riesgo de mortalidad en los ancianos. Las personas mayores que viven intercambios afectivos significativos no sólo disfrutan de mayor bienestar personal, sino que demuestran mayores posibilidades de sobrevivencia.
- Todo lo anterior conduce a una reducción de los costos de salud física y mental.
- Aumento de percepción de felicidad.
- Aumento del sentimiento de pertenencia, mostrando efectos positivos en el autoconcepto y autoestima. “Las actividades productivas…respaldan la percepción de utilidad y competencia y los sentimientos de control” (p. 166).
Los autores
realizaron su estudio en la ciudad de Monterrey, México, y son profesores de la
Universidad Autónoma de Nuevo León. Para el tema de actividad social y bienestar
personal elaboraron dos escalas propias.
La “actividad
social” fue medida por medio de una escala que contenía siete ítems relativos –explican-
a actividades sociales y recreativas con los amigos, la familia y la pareja.
Las opciones de respuestas fueron: regularmente, a veces, nunca. En cuanto a “bienestar
personal”, fue medido mediante una escala de seis ítems que incluían estado de
ánimo, percepción sobre felicidad pasada y presente, sentido de vida, si se
aburre con frecuencia y si se siente solo, siendo las opciones de respuestas:
sí, no, a veces.
Para el objeto de
nuestro TFM interesa establecer la relación entre generatividad –que incluye
actividades sociales, pero no se agota en ellas- y satisfacción con la vida que
tiene cierta identificación con bienestar personal. Sin embargo, el ámbito de
la población se enmarca en un contexto laboral. De esto seguiremos hablando en
otra ocasión.
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