Sábados de fe y vida
Se trata de decir SÍ al niño y no a la conducta inapropiada
Milton Tejada C.
A partir del libro Disciplina sin lágrimas de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson, se pueden extraer valiosas lecciones sobre cómo disciplinar a los hijos desde una perspectiva respetuosa, afectuosa y efectiva. Estas lecciones no solo transforman la forma de corregir conductas, sino que también contribuyen al desarrollo emocional, social y moral de los niños. Debo confesar que algunas de estas enseñanzas las aprendí tarde (mis hijos lo saben), pero tú tienes la oportunidad de enmendar errores o, mejor aún, de no cometerlos.
No dejes de escribirme contándome las dificultades por las que pasa como padre/madre en esta hermosa tarea de ser padres.
1. Disciplinar no es castigar, es enseñar. Muchas personas asocian la disciplina con castigos o regaños, pero su verdadero sentido es formativo. Disciplinar implica guiar, corregir con amor y enseñar habilidades esenciales para la vida, como controlar impulsos, respetar a los demás y tomar buenas decisiones.
2. El objetivo es doble: corregir y construir. La buena disciplina no solo busca que el niño deje de portarse mal en el momento. También apunta a formar conexiones cerebrales duraderas que le ayuden a autorregularse, a comprender las consecuencias de sus actos y a desarrollar una brújula moral interna.
3. Conectar antes de corregir. Cuando un niño está molesto, frustrado o desbordado, no puede aprender. Por eso, el primer paso es conectar emocionalmente, con presencia, empatía y calma. Solo entonces podemos redirigirlo hacia un mejor comportamiento de forma efectiva
4. Pregúntate antes de actuar: ¿Por qué?, ¿qué?, ¿cómo? Detente un momento y hazte estas preguntas clave:
- - ¿Por qué actuó así mi hijo? (¿Está cansado, frustrado, abrumado?)
- - ¿Qué quiero enseñarle con esta situación?
- - ¿Cómo puedo hacerlo de la forma más efectiva y respetuosa posible?
- Este pequeño ejercicio ayuda a responder con intención y no solo desde la emoción.
5. No hay disciplina de talla única. Cada niño es único, con su propio temperamento, edad y etapa de desarrollo. Lo que funciona para uno, no funcionará para otro. La disciplina efectiva se adapta al niño, al momento y al contexto, en lugar de aplicar una receta rígida.
"Los padres están cansados de chillar tanto, de ver malhumorados a sus hijos, de que estos sigan portándose mal. Saben qué clase de disciplina no quieren utilizar, pero no saben qué alternativa elegir. Quieren imponer disciplina de una manera amable y afectuosa, pero cuando se enfrentan a la tarea de conseguir que los hijos hagan lo que deben hacer, se sienten abrumados y hasta cansados. Quieren una disciplina que funcione y con la que se sientan a gusto".
6. Evita el “piloto automático”. Gritar, castigar o reaccionar con rabia puede ser la respuesta impulsiva más común, pero no es la más constructiva. Disciplina con intención significa tomarte un momento para actuar de forma reflexiva, alineada con tus valores como madre, padre o cuidador.
7. Los niños no siempre “no quieren”, a veces “no pueden”. Muchas veces interpretamos la mala conducta como desafío o terquedad, cuando en realidad el niño simplemente no tiene aún la capacidad de regular sus emociones o comportamientos. Entender esto reduce la frustración y aumenta la compasión.
8. Los castigos físicos no enseñan, solo dañan. Estudios científicos demuestran que los azotes y otros castigos físicos no cambian la conducta a largo plazo, y pueden generar miedo, resentimiento, desconexión emocional e incluso impactos negativos en el desarrollo cerebral del niño.
9. Establece límites firmes, pero con empatía. Amar a un hijo también es decir “no”. La clave está en poner límites claros, coherentes y predecibles, sin perder la conexión emocional. Esto le da al niño seguridad, estructura y confianza, y le ayuda a internalizar las normas sociales.
10. La disciplina respetuosa deja huellas duraderas. Cuando disciplinamos desde el amor, con claridad, conexión y propósito, formamos hijos más resilientes, responsables y emocionalmente sanos. A la vez, fortalecemos el vínculo con ellos, creando una relación de confianza que durará toda la vida.
"Los momentos de disciplina no son obstáculos en la crianza, sino oportunidades para moldear el cerebro de nuestros hijos y fortalecer la relación con ellos."
2 comentarios:
Muy oportuno su post. Muchas gracias
Muy interesante, anima a indagar más con el libro referencia. Gracias por compartir.
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