viernes, diciembre 14, 2012

Desde otra óptica / Un modelo con equidad, desafío empresarial



Este es el editorial de hoy del periódico La Información. El editorialista se suma a la posición del CONEP y los empresarios de Santiago de que el país necesita un cambio estructural. Sin embargo, indica que esta toma de conciencia ha sido impulsada por los nuevos gobiernos han incentivado las importaciones y el consumismo, y con ello el endeudamiento y las  reformas tributarias consecutivas, soslayando la producción nacional y las exportaciones. Añade que ese cambio estructural ya no se podrá buscar por la vía individualista del cabildeo de privilegios particularistas para cada empresa o proyecto, sino que reclama de la cúpula empresarial disponer de un modelo estructural alternativo frente a  la globalización y los políticos populistas neoliberales. “Ese modelo debe formularse en torno al propósito de construir una economía para la exportación y la producción, bajo una estrategia de competitividad que la inserte con efectividad y eficiencia en los mercados globales. Construir ese nuevo modelo con sentido de equidad, es el desafío para el CONEP y los  empresarios de Santiago”, concluye magistralmente el editorial.

 CONEP reitera posición empresarial
           
El Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) reiteró su planteamiento de que el país necesita un cambio estructural y que de no aplicarlo desbordará la capacidad de resolver los problemas del país en un corto plazo. Este planteamiento reiterativo a su vez hace necesario que se definan los ejes modélicos componentes de ese cambio estructural.
   
El planteamiento del CONEP hace recordar los señalamientos del Padre Alemán, cuando definía la estrategia de desarrollo que siguió el país, a partir de los años 60s, distinguiendo dos caminos del desarrollo económico basado en la iniciativa privada: el camino de la planificación, con una visión de conjunto y colectiva; y el camino del desarrollo de proyectos puntuales en los diversos renglones de la economía. Para el Padre Alemán la estrategia que siguió el país, el gobierno y el sector privado, fue el desarrollo a partir de proyectos puntuales.
   
Esa estrategia determinó la edificación de un tejido económico de la Nación sobre la base de empresarios individualistas, de visión localista y escasa orientación universalista (globalizada), e inclinado a recostarse del Estado mediante políticas de incentivos y exenciones. Esa mentalidad empresarial, por su parte, hizo que el empresariado no pusiera énfasis en la necesidad de promover condiciones concebidas dentro de modelos estructurales de políticas públicas. Por el contrario cada empresario o grupo particular o especial buscó condiciones privilegiadas con los políticos de turno para obtener ventajas individuales que les permitieran maximizar los beneficios, por esas vías, en vez  de buscarlos por la eficiencia de las empresas en el manejo de mercados locales e internacionales, en la innovación y la creatividad tecnológica y la racionalidad organizativa.
   
Parece que ahora, luego de la intervención de los nuevos políticos que han combinado el populismo (clientelar) con el neoliberalismo impuesto al país después del 1996,  el cuadro de condiciones se ha modificado para los empresarios. Los nuevos gobiernos han incentivado las importaciones y el consumismo, y con ello el endeudamiento y las  reformas tributarias consecutivas, soslayando la producción nacional y las exportaciones, con lo cual han  creado un clima amenazante para el empresario, que ha hecho que la cúpula empresarial comience a tomar conciencia de la necesidad de un cambio estructural que redefina la relación Estado-Empresa.

El nuevo camino

Pero ese cambio estructural ya no se podrá buscar por la vía individualista del cabildeo de privilegios particularistas para cada empresa o proyecto, sino que reclama de la cúpula empresarial disponer de un modelo estructural alternativo frente a  la globalización y los políticos populistas neoliberales. Ese modelo debe formularse en torno al propósito de construir una economía para la exportación y la producción, bajo una estrategia de competitividad que la inserte con efectividad y eficiencia en los mercados globales.
   
Construir ese nuevo modelo con sentido de equidad, es el desafío para el CONEP y los  empresarios de Santiago.

¡Manos a la obra!

(Tomado de La Información).    

viernes, diciembre 07, 2012

Desde otra óptica / El próximo medio siglo

Nelson Espinal Báez advierte a los empresarios: o negocian colectivamente o seguirán perdiendo poder. Ya me lo había dicho el director de El Nuevo Diario, Persio Maldonado. Espinal Báez, al hacer referencia a los 50 años de la AIRD, concluye señalando que el próximo medio siglo del empresariado dominicano o es político o no lo es... y yo añado: de alianza con lo social, o sufrirá serias confrontaciones. Aquí el artículo de NEB publicado en Diario Libre, sección  En Directo.

De Industriales y Política: 50 años de historia
La Asociación de Industrias de la República Dominicana - AIRD- celebró sus 50 años de existencia con un novedoso acto. Un panel denominado "50 años, 5 décadas, una industria" donde 5 prominentes empresarios analizaron los desafíos de ese sector, avances y retrocesos en este medio siglo. Roberto Bonetti Guerra, Franklin Báez Brugal, Elena Viyella de Paliza, Manuel Estrella Cruz y Franklin León Herbert tomaron la palabra. Precedidos por el discurso de orden por su presidenta, Ligia Bonetti.

El dilema de los empresarios en República Dominicana es sencillo: O negocian colectivamente o seguirán perdiendo poder. En el proceso de acción conjunta deben vincular el bien de su sector con el bien de toda la nación, mediante agendas de contenido social y político o terminarán desarticulados como clase y perderemos todos, "porque los mejores resultados vienen cuando cada miembro del grupo hace lo que es mejor para sí mismo y para el grupo…" (John Nash, Premio Nobel de Economía).

Los empresarios hablaron de igualdad de todos ante la ley. ¡Maravilloso!. Son ellos quienes hablan de la importancia de la educación, son ellos los que hablan de transparencia, de libre competencia, de competitividad, quienes abogan por la sinceridad del Estado Dominicano en cuanto a sus posibilidades reales. Señalando, además, que aunque en el país ha habido crecimiento y estabilidad macroeconómica, la disciplina fiscal ha estado en entredicha, en particular Franklin Báez Brugal cuando afirma "Un déficit de más de ocho por ciento del producto interno bruto de más de 200 mil millones de pesos, es para preocupar a cualquier persona sensata".

Estos 50 años de los industriales me hacen recordar el libro "Good Capitalism, Bad Capitalism" de Robert Liten, William J. Baumol y Carl Schramm donde explica porqué algunos países prosperan y otros se estancan, porqué algunos promueven la equidad y otros no logran hacerlo.

República Dominicana se está convirtiendo en lo que Joseph Stiglitz llama una mala encarnación del capitalismo, el capitalismo de cómplices, el capitalismo de control de los poderes e instituciones del Estado alejándonos de ese capitalismo exitoso, transparente, democrático donde el Estado no propicia privilegios ni esconde delincuentes.

Por eso la respuesta del empresariado no es sólo económica. La respuesta es también política. Tiene que ver con la entrada de un nuevo tipo de relación entre el Estado, los partidos políticos, los sectores productivos y los ciudadanos de este país.

La República Dominicana es víctima de un sistema político disfuncional, institucionalizado por una clase política que se enfoca en reformas que no atacan el corazón del problema y celebran el consenso para no cambiar. Si de este momento nacional no se mira más allá de las coyunturas y no se toman medidas y acciones concretas para transformar la estructura y sus funciones, se revelará nuestra incapacidad para encarar nuestro futuro colectivo, nuestro destino nacional.

Si la clase política de la República Dominicana no logra construir los cimientos de una verdadera democracia capitalista condenará a los sectores productivos y a todo el país a profundizar el subdesarrollo, a ser un terreno aun más fértil para la violencia, la inseguridad ciudadana y los grupos extremistas.

Mientras tanto ahí afuera hay un pueblo humilde que por tanta irresponsabilidad le hemos perpetuado su pobreza, su ignorancia, su exclusión. Lo hemos destinado a ser cliente político, ciudadano degradado, estadística de campañas electorales que no ofrecen cambio real, sino cambio de caras. Por ello el dominicano sobrevive invisible… domesticado para aceptar los problemas del país sin poder preguntarse cómo resolverlos, "entrenados" para hincarse ante la autoridad en vez de llamarle a rendir cuentas.

Y así tenemos un sistema político que funciona muy bien para los partidos y muy mal para los ciudadanos y los sectores productivos. Obligándonos a diluir la esperanza, a seguir escogiendo el llamado "mal menor", a reducir nuestras expectativas, que nos ata las manos mientras una gran mayoría es condenada a extenderla para seguir recibiendo como favor lo que les pertenece como derecho. Obligando a millones a buscar un sueño fuera de nuestras fronteras porque en su país el legítimo ascenso social y económico sólo es posible a través de lo mal hecho, de lo corruptible, de lo perverso, de la complicidad y lo no cristiano.

El sector empresarial - en sentido amplio - posee los medios, la educación y la visión para apoyar el proceso de cambio que produzca una mejor sociedad para todos. En ello se juega su futuro y el de todos. El país espera su acción, su liderazgo.

Por eso el próximo medio siglo del empresariado será político o no será.

En Directo / Diario Libre / Nelson Espinal Báez
Associate MIT-Harvard Public Disputes Program, Universidad de Harvard.

miércoles, diciembre 05, 2012

EMFAMILIA / Rentabilidad EFs


La rentabilidad de las empresas familiares

Numerosos estudios académicos han analizado la rentabilidad de las empresas familiares. Anderson y Reeb publicaron el más conocido de ellos en 2003 en el Journal of Finance, y demuestra que, durante el periodo comprendido entre 1992 y 1999, las empresas en manos de familias americanas que cotizaban en bolsa superaron ampliamente la rentabilidad de las empresas no familiares. En términos de rentabilidad sobre el capital, observaron que las empresas familiares superan en un 6,5% a las empresas no familiares del S&P 500. En Europa occidental, estudios sobre distintos periodos han llegado a conclusiones similares. Nuestro propio análisis en 2012 de las empresas familiares en Europa, también confirma esas observaciones.

Incluso si se descartan las sociedades financieras, que raramente se encuentran en manos familiares y cuya rentabilidad ha sido inferior durante el periodo estudiado, el superávit de rentabilidad de las empresas familiares alcanza el 50% a 10 años. Un análisis a nivel sectorial demuestra que el superávit de rentabilidad persiste y si se dejan a un lado las mega caps, entre las que, por lo general, no hay empresas familiares, no se observa ninguna diferencia significativa en función del tamaño de la empresa. Esta mayor rentabilidad ha inducido un incremento sensible de la ponderación de las empresas familiares en el índice bursátil europeo a lo largo de los años.

En un mundo preocupado sobre todo por los resultados inmediatos, las empresas familiares tienen la ventaja al basar su acción en una visión a largo plazo. Por su propia naturaleza, las empresas familiares adoptan un enfoque patrimonial, que garantiza la alineación de los intereses de la empresa con los de sus accionistas. Esta concordancia permite plantearse inversiones a más largo plazo, aunque puedan tener un impacto negativo en la rentabilidad a corto. Esta visión es posible gracias a la estabilidad del accionariado y del equipo directivo. Esta orientación al futuro también permite desarrollar una marca fuerte, clave del éxito futuro.

Otra de las características interesantes de las empresas familiares reside en la mayor solidez de su balance. El punto de vista de una familia es muy distinto del de un accionista externo, que pretende ante todo maximizar sus beneficios, y de ese modo hacer subir la cotización de la acción en bolsa. Una empresa familiar será menos dependiente de los movimientos de los mercados bursátiles, y podrá emprender gastos en infraestructuras y de investigación y desarrollo más importantes y anticíclicos.

En cuanto a los riesgos, el más obvio es el de la dependencia de la empresa de su fundador o su consejero delegado. No es infrecuente que una empresa floreciente a primera vista no sobreviva a la desaparición de su fundador. Por lo tanto, es fundamental hacer una planificación adecuada de la sucesión. Otro aspecto de este riesgo reside en el poder absoluto del directivo fundador. Y es que muchas veces, una empresa de éxito está estrechamente vinculada a su fundador, que concentra todos los poderes y buena parte de los conocimientos específicos. Por lo tanto, puede tender a sobrevalorar sus propias capacidades, y tomar decisiones demasiado agresivas llevando a la empresa a la ruina, simplemente porque tiene el poder y nadie se lo puede quitar. Para un accionista ajeno a la familia, es imprescindible prestar atención al gobierno empresarial. Hay que asegurarse de que se preserven debidamente los intereses de los pequeños accionistas, sobre todo en las operaciones de capital.

Asimismo, debido a la estructura del capital, las empresas en manos familiares son menos propensas a convertirse en objeto de operaciones de compra hostiles. No obstante, aunque este aspecto puede resultar beneficioso en ciertos casos, también puede impedir ganancias bursátiles notables. En cuanto a la cuestión de la generación a la que pertenecen los propietarios familiares, una empresa cuyo fundador también es el propietario y el directivo no tiene las mismas características que una empresa en manos familiares desde hace generaciones.

Aunque la concentración del poder de la propiedad y de la gestión en unas mismas manos puede desembocar en una gestión más agresiva, aun así esas empresas son las que mejores resultados cosechan. En este caso nos encontramos en la situación del dictador ilustrado, pues el poder de decisión está en manos de quien mejor conoce su producto y su mercado. Un dirigente así puede correr ciertos riesgos, pero a menudo lo hace con conocimiento de causa y de manera oportuna. Las mayores rentabilidades a menudo provienen de una intuición, que habría sido difícil hacer aprobar a un comité o a un focus group de consumidores. Una cita famosa atribuida a Henry Ford resume bien esta realidad: "Si hubiera preguntado a mis clientes qué querían antes de fabricar mi coche, me habrían contestado 'caballos más rápidos'".

Eric Bendahan, Gestor del fondo Oyster European Opportunities.

Tomado de:


Desde otra óptica / Castigados por la corrupción

Pavel Isa nos indica algunos de los costos de la corrupción en nuestro país: reduce la calidad del gasto público; reduce el impacto del gasto en el crecimiento económico; genera desconfianza y ahuyenta las inversiones de largo aliento; fomenta la competencia desleal entre grupos económicos beneficiados por la corrupción y los que no lo son, y tiende a obligar al Estado a buscar nuevos recursos. Las negritas son nuestras, MT.
El costo económico de la corrupción

Después de un largo letargo, la sociedad dominicana se está levantando y está exigiendo acciones claras y decididas contra la corrupción. Decir que se está buscando revancha por exigir el fin de la impunidad es no entender que el castigo es vital para un proceso de adecentamiento de la gestión pública.

Para eso precisamente existen las leyes que penalizan los actos dolosos. Como se ha dicho, la inmunidad es el mayor incentivo que tiene la corrupción. Por ello, no basta con un “de ahora en adelante no más”; la historia reciente está llena de ellos y la descomposición en la administración pública parece haberse agravado.

Por eso fue tan decepcionante que el Presidente, en un discurso que tuvo la gran virtud de haber puesto en el centro de la atención a las personas, lo haya cerrado llamando al olvido y dándole la espalda a la justicia. El Presidente tendrá sus razones políticas para cerrar filas con parte de su partido, pero la sociedad tiene otras mucho más legítimas para sentirse defraudada y para exigirle que haga lo que nunca se ha hecho: que la justicia actúe.

Pero la dimensión judicial no agota el tema; el costo económico de la corrupción es uno de sus aspectos más relevantes y que mayores consecuencias tiene porque compromete el desarrollo de largo plazo.

En primer lugar, la corrupción reduce la calidad del gasto público. Esto se traduce en una infraestructura pública de baja calidad, en una menor cobertura y menor calidad de los servicios públicos o en un gasto excesivo con relación a lo contratado.

Carreteras y edificaciones pobremente diseñadas y/o construidas, sobrevaluadas o innecesarias; equipos defectuosos o inadecuados; personal sin las calificaciones requeridas para el puesto o simplemente superfluo; o provisiones innecesarias, defectuosas o a sobreprecios son algunas de las consecuencias más comunes de una gestión de lo público que lo que busca es beneficiar a privados.

En segundo lugar, la corrupción reduce el impacto del gasto público en el crecimiento económico y el empleo porque una parte significativa de éste no demanda bienes y servicios de la economía, sino que se convierte en ahorro que se fuga al exterior, o simplemente en mayores importaciones derivadas de ganancias excesivas que financian un consumo suntuoso de quienes se benefician.

Es por esa razón que el enorme déficit de 2012 levantó sospechas con respecto al destino de los recursos. A pesar del exagerado incremento del gasto y la inversión pública, cuya consecuencia esperable hubiese sido mayor crecimiento, en especial del sector construcción, lo que ha venido ocurriendo ha sido un menor crecimiento y una contracción de ese sector.

En tercer lugar, la corrupción genera desconfianza y ahuyenta las inversiones de largo aliento y que apuestan al desarrollo del país, mientras promueve las oportunistas que buscan obtener ventajas espurias y de corto plazo, frecuentemente vinculadas precisamente a la corrupción y a ganancias derivadas de decisiones desde el Estado. Vale recordar que el país ocupa algunos de los primeros puestos en percepción de la corrupción y en el uso discrecional del poder para beneficiar a grupos específicos.

En cuarto lugar, la corrupción alimenta el surgimiento o expansión de grupos económicos que, al sacar ventajas ilegítimas de su relación con el Estado, coloca en desventaja a otros que no han disfrutado de esas ventajas, lo que puede terminar comprometiendo la viabilidad y el crecimiento de éstas últimas, desincentivando los emprendimientos económicos que no buscan prebendas.

En quinto lugar, al implicar un uso ilegítimo e inadecuado de los recursos públicos, la corrupción tiende a obligar al Estado a buscar nuevos recursos, vía impuestos o deuda pública, en procura de satisfacer las demandas de la población por servicios públicos o infraestructura, acrecentando la carga que tiene para toda la sociedad.

No hay desarrollo sin justicia. La impunidad es la negación de la justicia, pero también es la negación del desarrollo porque erosiona la efectividad del Estado para cumplir su misión de proveer servicios públicos de calidad, infraestructura productiva, impulsar el crecimiento y el empleo, promover una inversión privada de calidad y la competencia sana, y lograr que la carga de lo público sea una razonable. Por ello, la lucha contra la corrupción y la impunidad es también una lucha por el desarrollo. http://www.elcaribe.com.do/2012/12/05/costo-economico-corrupcion