PARA SUBIR DE NIVEL
Pastor
Rafael Montalvo
En
este año nuevo, reafirmamos nuestro compromiso de subir de nivel en todos los
aspectos de nuestras vidas. No podemos quedarnos estancados. Todos anhelamos
frutos, resultados que se traduzcan en progreso y satisfacción. Queremos
ver cambios positivos en nuestras relaciones personales, con Dios, en nuestra
familia, matrimonio, trabajo, proyectos, finanzas y salud.
Pero,
¿Qué resultados específicos deseas alcanzar este año? A menudo, no
sabemos con claridad lo que queremos y nos conformamos con desear
"cosas buenas". Sin embargo, necesitamos ser más concretos, definir
en qué áreas queremos mejorar y qué acciones debemos tomar.
Un
ejemplo común es el de los buenos deseos en cumpleaños: cuando somos jóvenes,
nos desean que Dios cumpla Su propósito en nosotros. Pero con el tiempo, el
enfoque cambia a un simple "mucha salud". Esto refleja cómo nuestras
prioridades y metas evolucionan con la edad. Lo importante es no caer en la
trampa de la rutina, en una "constante estable" que nos impida
anhelar nuevos frutos y avanzar.
La importancia de tener metas
Para
lograr resultados, necesitamos metas claras. Una meta no es solo
un deseo; es un objetivo definido que da dirección a nuestras acciones.
Si queremos un buen matrimonio, una carrera exitosa o mejor salud, debemos
tener un plan y trabajar para alcanzarlo. Las metas no se logran
automáticamente; requieren esfuerzo, estrategias y constancia.
Por
ejemplo, mi nieto Rafael Andrés, de diez años, decidió leer toda la Biblia. Su
meta es específica, medible y alcanzable: lee cuatro capítulos al día. Este
tipo de enfoque permite medir el progreso y mantener el compromiso. Las
metas deben ser realistas y claras, porque lo que no se puede medir, no se
puede gestionar.
Prioridades y acción
Las
metas por sí solas no son suficientes. Necesitamos priorizar y tomar
decisiones que nos acerquen a nuestros objetivos. Esto implica decir "sí"
a lo que nos ayuda y "no" a lo que nos desvía, incluso si son
cosas buenas. Por ejemplo, si mi meta es preparar un sancocho, no perderé
tiempo comprando piña o mango, porque no contribuyen a mi objetivo.
La
clave es accionar de manera prioritaria. Como le dijo Dios a Josué:
"Todo lugar que pise la planta de tu pie será tuyo" (Dios le daba,
pero tenía que pisar). Para obtener resultados, debemos caminar, actuar y
enfocarnos en nuestra meta. Incluso Jesús, al realizar milagros como
transformar agua en vino, requirió de acciones concretas, como llenar las
tinajas de agua.
Visión: el motor de las metas
Las
metas nacen de una visión. La visión es una imagen clara del futuro que nos
motiva en el presente. Nos permite ver lo que queremos lograr, ya sea en lo
personal, profesional o espiritual. Por ejemplo, si deseas ser un gran
profesional, músico o deportista, la visión de ese futuro te ayudará a
establecer metas y prioridades para alcanzarlo.
Como
cristianos, entendemos que nuestra visión no comienza en este año 2025. Dios ha
estado trabajando en nosotros desde antes de la fundación del mundo. Nuestra
visión viene del propósito de nuestra existencia: glorificar a Dios, agradarle
en todas las áreas de nuestras vidas, y cumplir la misión que Él nos ha
encomendado.
Propósito y misión
Estamos
aquí con un propósito divino. Dios nos creó para agradarle, pertenecer a
Su familia, ser como Cristo, servir a los demás y cumplir una misión: predicar
el Evangelio. Cada uno de nosotros tiene un llamado único, una tarea específica
que realizar. Descubrir este propósito requiere reflexión y conexión con Dios.
Si
deseas saber por qué estás aquí, comienza conectándote con Jesucristo.
Todo lo que Dios hace lo realiza a través de Él. Reconoce tus pecados, acepta a
Jesús como tu Salvador y permite que Él guíe tu vida. Esto te dará claridad
sobre tu propósito y te permitirá establecer metas alineadas con Su voluntad.
Este
año puede ser como cualquier otro o puede marcar un antes y un después en tu
vida.
Decide hoy buscar a Dios, establecer metas claras y tomar acciones
prioritarias. Recuerda que estamos aquí para glorificar a Dios, servir a los
demás y cumplir con la misión que Él nos ha encomendado.